sábado, 24 de diciembre de 2016

La Misa del Gallo

La Misa del Gallo

Una de las más arraigadas tradiciones del pueblo cristiano es la llamada Misa del Gallo, que según cuentan, debe su nombre a que fue un Gallo el primero en presenciar el alumbramiento, y se encargó de anunciarlo al mundo.

La Misa del Gallo se ha venido celebrando durante siglos en la noche del 24 de Diciembre a las 24 horas, recibiendo al día de Navidad, en conmemoración del nacimiento de Cristo.

Dicen que esta arraigada tradición tiene sus orígenes en las tres ceremonias que se dedicaban a la Natividad de Cristo en los templos de Jerusalén.


La primera se oficiaba en la noche del 24 al 25 de diciembre, en la cueva de la natividad, santificando el día y la hora en que Cristo nació.

La segunda se celebraba justo al amanecer recordando el misterio de la resurrección.


Monaguillo tocando la zambomba


La tercera y última ceremonia se oficiaba en el templo, constituyendo su celebración el oficio solemne del día que conmemoraba el nacimiento del Niño.

Para empezar, esta misa no se celebraba a medianoche como ahora, sino al alba. De hecho, esta celebración antes de llamarse misa, se llamó Maitines (el primer rezo litúrgico, que se hace al rayar el alba), y estaba amenizada con el canto del Gallo que se llevaba con este objetivo. Cada canto del Gallo era celebrado con gran jolgorio y alborozo.


A la Misa del Gallo


El Gallo es un símbolo claramente solar, porque se asocia a la vigilancia y su canto anuncia la salida del sol. Señala el tránsito de la oscuridad a la luz, de ahí que sea un animal de connotaciones positivas. Se asocia al sentido de la vista, añadiendo un poco más de evidencia a la visión de vigía. Su misión es estar alerta a la salida del astro rey, que por una metáfora obvia se asimila a la venida de Cristo. Otros valores añadidos al símbolo del Gallo son los de combatividad, valor y fecundidad.

Es el Gallo uno de los animales elegidos desde antiguo para coronar los puntos más altos de los edificios, en particular las veletas indicadoras de la dirección del viento. Esta posición en la cima de los templos puede evocar la supremacía de lo espiritual en la vida humana, el origen celeste de la iluminación salvadora, la vigilancia del alma atenta a percibir en las tinieblas de la noche las primeras claridades del espíritu que se eleva. Antiguamente la efigie del Gallo en la puerta de las casas se creía que era eficaz contra las malas influencias de la noche.

En un códice del siglo XII de la catedral de Oeringhen se conserva un poema anónimo que habla de este significado:


“De Dios es el Gallo digna criatura y él es 
del presbítero típica figura.
Sobre el templo el Gallo, contra el viento erguido, 
alza la cabeza y está prevenido.
Así el sacerdote, cuando el diablo venga, 
por su grey pelee y al dragón detenga.
El Gallo es el único entre las aves, 
que oye de los ángeles los conciertos suaves, 
que nos amonesta a que mal no hablemos 
y que de los celestes misterios gustemos.”

Como en otras ocasiones, la simbología no es cristiana, sino muy anterior. El cristianismo asimila sin mayores problemas esta figura. La Misa del Gallo es el final de un largo cúmulo de celebraciones propias de la vigilia del solsticio de invierno. Es una fiesta solar igual que la que en su día el fuego jugó un papel primordial, como fue el solsticio de verano.


La Misa del Gallo. 1893

Todocolección

En esta noche en que se celebraba el despertar del sol (cuando empieza a alargar el día), no se debía dormir. Así, después de celebrarse la fiesta en casa, se salía al bosque a por teas y ramajes que allí mismo se encendían, emprendiendo la vuelta hacia el pueblo. Todo el paisaje se llenaba de puntos de luz que iban confluyendo hacia el pueblo, hasta llegar a la explanada de la iglesia, donde se juntaban todas las teas y ramajes formando una sola hoguera.

La fiesta continuaba dentro de la iglesia con representaciones sacras del Nacimiento de Cristo, entreveradas de canciones. La iglesia estaba adornada de ramajes, y los fieles llevaban pájaros enjaulados, cazados para la ocasión, que alegraban el ambiente con sus cantos. Cuando sonaba el Gloria, se soltaban los pájaros en la iglesia para que revoloteasen por allí. En algunas misas había también por lo menos un cordero, pero el principal protagonista de esta misa tan festiva, y que podía llegar a durar horas, era el Gallo.

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