domingo, 1 de enero de 2017

Las doce uvas de la suerte

La costumbre de tomar las doce uvas de la suerte

«Durante el último cuarto del siglo XIX, era costumbre entre la burguesía y la clase alta del país despedir el año con uvas y champán, tras una opípara cena compuesta, normalmente, de las mejores carnes de ave y los más suculentos mariscos.


Subida por Paco Máñez a Valencia en blanco y negro. 1931

Para la población llana, el simbólico ritual de comer 12 uvas en la Nochevieja, era un sinónimo de buena suerte, pero no es hasta ya iniciado el siglo XX en el que se popularizó entre todas las clases sociales esta costumbre.


Ante un excedente de uva tras la vendimia del año 1909, un grupo de avispados cosecheros murcianos y alicantinos, haciendo uso de su habilidad e imaginación, animaron a la población a tomar las 12 uvas para emular la envidiable y sana costumbre de los más ricos.


Las Provincias


La Semana Gráfica. 31 de diciembre de 1927


VAHG

El plan les salió perfecto, ya que de ese modo pudieron librarse del excedente de la fruta y popularizar una costumbre que desde entonces lleva celebrándose año tras año.»

Ya está el listo que todo lo sabe

Alfred López

«Según la tradición, en la mesa se colocan 12 uvas delante de cada comensal que simbolizan los 12 meses del año y que deben comerse con cada una de las campanadas del reloj.»

Muy historia

Todos estos datos los sabemos todos, pero ¿cuándo fue la primera vez que se tomaron las doce uvas?

En Las Provincias de 30 de enero de 1934 viene un artículo al respecto.


Las Provincias. 30 de enero de 1934

Si es realidad o leyenda no lo sé, pero lo que si está claro es que era una costumbre de las clases altas de la sociedad y el pueblo llano, como no, adoptó. 

«No sabemos si El Estandarte habrá seguido la costumbre de comer las uvas á las doce de la noche en punto de ayer, para preparar la felicidad del año nuevo. Pero si las ha comido, seguramente las ha encontrado verdes».

La Iberia. 1 de enero de 1893

«La costumbre ha sido importada de Francia, pero ha adquirido entre nosotros carta de naturaleza. Hasta hace pocos años eran muy contadas las personas que comían uvas el 31 de Diciembre al sonar la primera campanada de las doce de la noche. Hoy se ha generalizado esta práctica salvadora, y en cuanto las manecillas del reló señalan las doce, comienza el consumo de uvas más ó menos lozanas. Es cosa indiscutible, según algunos autores. Las uvas, comidas con fe la última noche del año viejo, proporcionan la felicidad durante el año nuevo. Cómelas la casada para ver si consigue modificar el carácter del esposo irascible; la soltera para inflamar el corazón del galán indiferente y desdeñoso; la viuda para llegar á las segundas nupcias, y la fea, en cualquier estado, para conseguir el mejoramiento de las facciones que le ha legado naturaleza. Hay enfermo que confía más en las uvas que en todos los remedios del mundo».

El Imparcial. 1 de enero de 1894


El Correo Militar y  La Correspondencia de España. 2 de enero de 1894


El Siglo Futuro. 2 de enero de 1896

«Para obtener la dicha durante un año entero es preciso comer doce uvas el 31 de Diciembre, al sonar la primera campanada de las doce de la noche. 

Dicho se está que la baratura del artículo coloca el amuleto al alcance de todas las fortunas y por consiguiente son pocas las personas que dejan de verificar la sencilla 

y grata operación. Pero se ha observado que con uvas y todo, hay seres á los cuales no llega la virtud de la medicina; y lo primero que les sucede es caer en la cama, 

víctimas de un cólico, y después se llenan de granos y de hijos y de todo género de calamidades. Los inteligentes en amuletos afirman que esto consiste en que no 

todos saben cómo se comen las uvas, y que no basta meterlas en la boca y tragarlas tranquilamente. —No, señor—me decía un nigromántico da la 

provincia de Huesca que está aquí de paso.— No todos saben comer uvas. Lo primero que hay que hacer es lavarlas; después se colocan en fila sobre una mesa mesa; 

si la mesa tiene tapete de hule, mejor. Después se las va cogiendo una á una, y sin quitarlas el rabillo se comen todas á la vez, inclinando la cabeza al lado derecho. 

Con esta sencilla operación se consigue un año de felicidades. Otros dicen que no hay tal cosa: que las uvas deben comerse de pie, una tras otra, sin tomar respiración, 

y que al tragar la última es preciso dar una vuelta de vals y después acostarse. En esto de las uvas se ven cosas muy raras.»

El Imparcial. 30 de enero de 1897


Pero el empujón definitivo y la generalización de la costumbre se debió al buen tiempo que hizo en Alicante, en la comarca del Vinalopó en 1909:

«Meses de sol, humedad media y temperaturas cálidas. Eso es lo que necesita la uva para su maduración, y así fueron los de octubre, noviembre y diciembre de 1909 en Alicante.

La zona de Vinalopó aprovechó el buen tiempo que estaba haciendo para desarrollar una nueva técnica de conservación de la 'uva de invierno' (o de Aledo): embolsar con papel los racimos de uva en la propia cepa. De esta manera, la maduración se retrasaría y la cosecha duraría hasta Nochevieja sin necesidad de cámaras frigoríficas.


Tiempo en Alicante en octubre, noviembre y diciembre de 1909

Repositorio AEMET - Ministerio de Medio Ambiente

Así lo hicieron y el resultado fue inmejorable: la cosecha tuvo un excedente de fruto.

Para compensar este exceso de uvas, los agricultores alicantinos vendieron la producción aquella Navidad como 'las 12 uvas de la suerte'. Contaron que se debían comer doce, una por cada mes, y pedir un deseo con cada uva.


El País. 1 de enero de 1915

Sacaron al mercado la masiva cantidad de racimos con este 'eslogan'… ¡y lo vendieron todo! A partir de ese momento, la tradición quedó consolidadísima en nuestro país y ya nadie quiere perder la oportunidad de atraer la suerte en el nuevo año con estas doce uvas de invierno.»

http://www.eltiempohoy.es/

La cena de las uvas









Las Provincias


La Semana Gráfica. 29 de diciembre de 1928


Después de la Fiesta de Año Nuevo. 1921. Ribas