jueves, 4 de enero de 2018

El Roscón de Reyes

El Roscón de Reyes

«Muchas son las tradiciones paganas que con el transcurrir de los años han acabado incorporándose en las celebraciones de corte religioso, y este es el caso del famoso “Roscón de Reyes”, que como bien sabéis se toma de postre y/o merienda el día de Reyes, siendo ésta la última de las celebraciones del periodo navideño.


La pastelería de Eugenio Burriel, fue la introductora del Roscón de Reyes en Valencia

Todocolección

Pero este rico dulce que se convierte en el protagonista indiscutible de la sobremesa cada 6 de enero (en algunos hogares se tiene la costumbre de comerlo el día 5 por la tarde, en la víspera del día de Reyes), nada tiene que ver en sus orígenes con el nacimiento de Jesús y la llegada de los Reyes Magos al Portal de Belén.


Las Provincias. 1917


La pastelería de Eugenio Burriel, fue la introductora del Roscón de Reyes en Valencia

Las Provincias, 5 de enero de 1906


Hotel Palace

Las Provincias. 1934


Pastelería Rívoli

Las Provincias. 1934


Horno - Pastelería de Vicente y José Martí

Las Provincias. 1917


Eugenio Burriel

Las Provincias. 1917

Para encontrar su verdadero origen hemos de viajar hasta el siglo II a.C., en el que a mediados del mes de diciembre, tras la finalización de los trabajos en el campo y a lo largo de una semana, se realizaban unas celebraciones paganas conocidas como “las Saturnales” (como homenaje a Saturno, dios de la agricultura y las cosechas) en las que se festejaba la finalización del periodo más oscuro del año y el inicio de la luz; pero hemos de tener en cuenta que en aquella época el año no acababa en diciembre, sino que se alargaba hasta finalizar el mes de febrero.


La pastelería de Eugenio Burriel, fue la introductora del Roscón de Reyes en Valencia

Todocolección

Las Saturnales era un periodo de fiesta y jolgorio en el que los esclavos estaban excusados de cualquier trabajo y podían pasar esos días de una manera divertida y licenciosa. Entre las muchas viandas que se preparaban para tal celebración se realizaba una torta a base de miel y en la que se le introducía algunos frutos secos, dátiles e higos. Este postre se convirtió en uno de los más populares durante la celebración de la “fiesta de los esclavos”, como también era conocido dicho festejo.

Se calcula que fue en el siglo III d.C. cuando se introdujo la conocida haba, ya que ésta se consideraba un símbolo próspero y de fertilidad, por lo que a aquel que se encontraba en su porción de torta con esta legumbre se le auguraba prosperidad durante el resto de año.

«He aquí el Roscón de Reyes
tradición de un gran banquete,
en el cual hay dos sorpresas
para los que tengan suerte.

En él hay, muy bien ocultas,
un haba y una figura;
el que lo vaya a cortar
hágalo sin travesura.

Quien en la boca se encuentre
una cosa un tanto dura,
a lo peor es el haba,
o a lo mejor la figura.

Si es el haba lo encontrado
este postre pagarás,
mas si ello es la figura
coronado y rey serás».

Tras finalizar la persecución a los cristianos e imponerse esta religión como la oficial en el Imperio Romano, las celebraciones paganas (entre ellas las Saturnales) fueron desapareciendo, pero no así algunas costumbres como la de la torta que contenía un haba y que con los años había ido adquiriendo la forma de roscón.


No en todos los lugares se mantuvo la costumbre de comer este postre, aunque sí quedó bastante arraigada en Francia donde se convirtió en toda una tradición entre la aristocracia y realeza gala y en la que adquirió gran parte de su actual popularidad. Las familias se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía tal preciada legumbre, comenzando a ser conocida tal celebración como “el Rey del haba” (le Roi de la fave).


El Mercantil Valenciano. 4 de enero de 1899 

Pero llegamos al siglo XVIII en el que, un cocinero, con ganas de contentar al pequeño rey Luis XV, introdujo como sorpresa en el roscón una moneda de oro (algunas fuentes indicaban que fue un medallón de oro y rubíes). Evidentemente, a partir de ese momento la moneda adquirió más valor simbólico que el haba, convirtiéndose en el premio deseado, mientras que nadie quería que le tocase la famosa legumbre.

Aunque la tradición de comer el roscón y todo lo que conllevaba ya era conocida en España, Felipe V trajo la nueva modalidad de introducir una moneda como premio (que con los años se cambió por una figurita de cerámica) a la vez que el haba en el postre se había convertido en un símbolo negativo.

Algunas fuentes apuntan que, durante un tiempo, la costumbre de introducir un haba desapareció, volviendo a reaparecer a mediados del siglo XIX, siendo escogida la tradicional fecha del día de Reyes para ser degustado y creando alrededor de este riquísimo dulce toda una parafernalia en la que el afortunado al que le salía la figurita era coronado como el “rey de la fiesta” y al que le salía el haba debía pagar el postre, a la vez de ser nombrado por todos como el “tonto del haba” (origen del famoso insulto “tontolaba”).»

Alfred López

Ya está el listo que todo lo sabe

El tonto del haba

He aquí la demostración de que un insulto de los considerados graves tiene su origen en algo tan antiguo como inocente. 

En muchas partes de España, llamarle a alguien "tonto del haba" o "tontolaba" puede tener consecuencias graves. Es uno de los insultos que más duele al personal, más aún en estos tiempos en que la paciencia del individuo anda de la mano de un sistema nervioso alterado desde que se despierta por la mañana. Sin embargo, su origen es de lo más inocente y eso quiero aclarar para aquellos que lo desconozcan. En algunos lugares, al elaborar el roscón para ser degustado el día 6 de enero (festividad de Reyes Magos), se le introducen estas dos cosas: Un pequeño regalo y un grano de haba. Al que le toca el regalo se le corona como "rey de la fiesta" y al que le aparece el haba le corresponde pagar el roscón. Así de simple. 

Con esta aclaración, espero contribuir al descenso de peleas y disgustos derivados de un insulto que... tampoco es para tanto. Sin embargo, en previsión de que algún erudito me contradiga y me remita a los textos de "El gran libro de los insultos" de Pancracio Celdrán, tendré que reconocer que, efectivamente, puede doler bastante si leemos que describe literalmente al tonto del haba como: 


"Sujeto que siendo imbécil por naturaleza tiene además la desgracia de ser patoso. Se predica de quien siendo simplón no termina por asumir su condición. La segunda parte de la frase remite, en metáfora formal, a la punta del miembro viril, por asemejarse la parte de la anatomía masculina aludida a la semilla de esa planta herbácea". 

En resumidas cuentas: aunque de origen inocente, mejor no tener que verse nunca inmerso en situaciones donde el "tontolaba" pueda aparecer... "personalmente en persona". 

Rafael Castillejo